
Yuri Grigorovich, el célebre coreógrafo ruso que marcó una era en el teatro Bolshói de Moscú, falleció este lunes a los 98 años, según informaron las agencias estatales TASS y Ria Novosti. Su asistente confirmó el deceso, señalando el fin de una vida dedicada enteramente al arte del ballet.
Nacido en 1927 en Leningrado —actual San Petersburgo—, Grigorovich fue influenciado desde joven por su tío, el renombrado bailarín Georges Rosay.
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Yuri Grigorovich dejó una profunda huella en la historia de la danza clásica mundial.
Se formó en la Escuela Coreográfica de Leningrado y comenzó su carrera como solista en el teatro Kírov a finales de los años 40. Alcanzó fama internacional en 1957 con su innovadora puesta en escena de La flor de piedra, inspirada en cuentos populares de los Urales.
Desde 1964 hasta 1994, dirigió los ballets del Bolshói, guiando la compañía durante la era soviética y los turbulentos años posteriores a la desintegración de la URSS.
Su legado incluye producciones memorables como El Cascanueces, Espartaco, Iván el Terrible y La Edad de Oro. En su trayectoria impulsó a destacados bailarines como Natalia Bessmertnova —quien se convirtió en su esposa—, Ekaterina Maximova y Vladimir Vasiliev.
En 1995 dejó el Bolshói para fundar su propia compañía en Krasnodar, pero regresó en 2008 como coreógrafo principal. El teatro Mariinski lamentó su fallecimiento, destacando que “con su partida se va toda una época”.
A través de sus coreografías, Grigorovich no solo renovó el ballet soviético y ruso, sino que dejó una profunda huella en la historia de la danza clásica mundial.
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